A principios de los 80 había dos categorías de niños, los que tenían la Motoretta y los que la deseaban, por supuesto a mí me tocó pertenecer a ésta última. Hoy en día con nueva pintura y nuevas calcas cuando mis hijos la sacan a pasear sigue siendo obligatorio dejarles una vuelta a los amigos.
Esta joya ochentera no estaba llevando muy bien el paso de los años. Oxido en el cuadro y los cromados, falta de freno delantero y pintura deteriorada eran sus características. Afortunadamente llegó la hora de ponerla al día.
